Momentos – I

amor, ilusion, adolescencia.

A puertas de Celebrarse Semana Santa, evoca a mi memoria un momento un tanto anecdótico que pasé, cuando cursaba el último ciclo de la secundariay es que en algunos lugares es tradición subir al cerro más empinado, como peregrinaje nada fácil por cierto, el recorrido inicia desde horas de la noche del jueves hasta la mañana del día siguiente. Por esas fechas el clima no era para nada alentador, dado que incluso días previos se registraban intensas jornadas de lluvia y granizada.

En mi familia era tradición subir al cerro más empinado de la ciudad el jueves por la noche, para ello era necesario partir de casa a las siete de la noche, para así llegar a la cima a la medianoche; sin embargo ése año, la hermosa lluvia y sobretodo la granizada se hicieron presentes con mayor fuerza, fue tan fuerte que dicho evento terminó recién a las seis de la noche aproximadamente, antesala que acrecentaba mi deseo de quedarme recostada en mi cama ese día, pues para variar venía de una semana un tanto complicada en el colegio, entre parciales y sucesos nada agradables, propios de la edad.

Me dispuse a sugerirle a mi madre, no subir al cerro dadas las condiciones climáticas; pero se me olvidó por un momento, que para mi madre no podía existir excusas que impidan cumplir con ésa tradición, de plano me dijo que contra y viento y marea, así llueve o truene, ése año subiríamos al cerro. Así que, solo quedaba iniciar con el cambio de ropa, oportuno para soportar el intenso frío e incluso un posible retorno de la lluvia, tan presente ese día. Por aquellos años, aún no era muy común el reproductor de canciones mp3, o quizá sí, pero tenerlo era un lujo que en mi hogar no se me permitía. Pero contaba con mi fiel amigo rocky, que siempre me acompañaba en todas mis aventuras, el famoso Disman, un aparato que reproducía CDS.

Salimos de casa alrededor de las siete y media de la noche, recuerdo que al iniciar la subida, se veía que todo el recorrido estaba cubierto de granizo, circunstancia que dificultaba aún más la subida; de hecho los primeros pasos que dimos cuesta arriba, fueron en vano ya que no habíamos llevado las zapatillas indicadas o quizá ya estaban muy gastadas, que resbalamos todo el recorrido, el frio intenso y el retorno de la lluvia en plena subida; me hizo recordar que ése momento, yo lo había pronosticado pero no se me escuchó.

Pues bien, lo anecdótico de ese día no fue la subida precisamente; pese haber llegado a la cima a las doce y media de la noche, a las dos de la mañana nos dispusimos a emprender el viaje de retorno, específicamente la bajada de la cima; para ése momento no había luz en gran parte del recorrido, así que en nuestros primeros pasos todas resbalamos en diferentes direcciones; recuerdo que incluso grité del susto, pidiendo ayuda, trataba de agarrarme de alguna piedra, pero no lograba ver con claridad, solo escuchaba a lo lejos la voz de mi madre gritando mi nombre; me dispuse a dar otro paso hacia abajo; sin embargo, resbalé nuevamente y la caída fue más fuerte ya que no tenía control y recuerdo que empecé a llorar porque no sabía cómo terminaría, cerré mis ojos esperando lo peor, cuando de pronto siento caer en los brazos de alguien,  que me sostuvo con todas sus fuerzas, en ese momento no lograba ver su rostro con claridad, pero por sus manos y cuerpo noté que se trataba de alguien joven, me sentí tan  avergonzada, que solo atiné a disculparme y agradecerle, él me respondió preguntándome si estaría bien en lo que quedaba del recorrido, yo en ese momento respondí que sí, porque en el siguiente tramo ya había fluido eléctrico.

A punto de dar mi siguiente paso cuesta abajo, resbalé nuevamente y él atino rápidamente a sujetarme  de la cintura y cambiarse de posición, colocándose  en frente mío para sujetarme las manos y así amortiguar mi próxima caída, intenté decirle que yo estaría bien, que él ya estaba por terminar su recorrido hacia la cima, pero me dijo que  había recordado que tenía que regresar por su hermana hasta el inicio de la subida, así que haría el recorrido otra vez, el resto del recorrido fue tan divertido que parecíamos una pareja que estaba disfrutando un momento de pánico, porque incluso en algunas partes del recorrido el también resbaló, cuando llegamos al final e inicio de la subida, le agradecí nuevamente, me pregunto mi nombre, sí, ya sé que es poco usual que en todo el recorrido ninguno hubiera preguntado el nombre del otro, pero el recorrido literal fue como estar en una montaña rusa, cuesta abajo, así que las preguntas las dejamos para el final.

Después de agradecerle nuevamente me preguntó mi nombre y si podía preguntar  mi número de teléfono, apenas respondí a la primera pregunta, cuando mi madre apareció detrás mío y me increpó porque había demorado tanto en bajar, Cesar entendió que no era oportuno pedirle el número a una jovencita delante de su madre, así que se despidió con una sonrisa y con un: “Cuídate saltamontes”, quise correr tras él para decirle mi número, cuando recordé que me dijo que el bajaría por su hermana, alcance a gritarle y tu hermana? Y la respuesta a lo lejos me dejo un sabor a mariposas en el estómago.

No tengo hermanas, pequeña saltamontes!…

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